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Congresos

XXIII Congreso de la Internacional Socialista, Atenas
Solidaridad Global: La valentía de lograr la diferencia

30 de junio-02 de julio de 2008

IV TEMA
RESALTANDO EL ROSTRO HUMANO DE LA MIGRACION
Para impulsar una nueva agenda de la migración con la gente en primer lugar
 
El fenómeno migratorio se ha mundializado. Hoy en día, las migraciones internacionales tienen que ser abordadas con la misma importancia que el cambio climático, el alza de los precios del petróleo y de los alimentos, que afectan a millones de personas. Los socialistas democráticos nos proponemos abordar este tema, bajo el lema con que se creó el Comité de Migraciones de la Internacional Socialista: “La Migración un Derecho Humano”.
 
Tomando en cuenta la dimensión y características que la migración internacional ha adquirido, de las implicaciones que tiene para el desarrollo de muchas regiones del mundo, se requiere de una nueva visión y de un cambio en las formas en las que las sociedades receptoras y emisoras de migrantes han asumido sus responsabilidades frente a este fenómeno.
 
En primer lugar, los socialistas democráticos no compartimos a la política de criminalizar a los migrantes-sobre todo cuando no se atienden las causas-, ya que equivale a criminalizar la pobreza. Por ejemplo las decisiones tomadas por el gobierno de Berlusconi, de imponer una política punitiva hacia los migrantes, no debe convertirse en una política de las instituciones europeas.
 
La “Directiva de Retorno”, adoptada recientemente por el Parlamento Europeo, ha generado preocupación y rechazo en América Latina por los procedimientos de retorno y sus consecuencias para los derechos humanos básicos de los migrantes.
 
La Internacional Socialista considera pertinente que en el proceso de implementación de esta nueva política migratoria de la Unión Europea, se garanticen plenamente los derechos humanos y laborales de los migrantes, en especial de los niños –incluyendo el no ser separados de su familia- tomando siempre en cuenta todos los aspectos del complejo fenómeno migratorio internacional.
 
Las migraciones que se desarrollan en el Siglo XXI, no tienen precedentes en la historia moderna, si bien las mismas son tan antiguas como la humanidad misma. Según la Organización de las Naciones Unidas, en 2008 hay 200 millones de personas que viven fuera de su país de origen, y su número puede aumentar en los próximos años.
 
Afirmamos que el primer derecho de una persona es no tener que abandonar su tierra, forzada por causas ajenas a su voluntad, y a contar ahí con las condiciones para su desarrollo.
 
En la Declaración de Manila, se reconoce la relación estrecha y compleja entre Migración y Desarrollo. La migración internacional en muchos casos ha contribuido, y puede contribuir a la economía tanto de los países emisores como de los de destino; implica fuerza de trabajo; inversiones; remesas; cada vez más transferencia de trabajadores calificados, circulación de cerebros y redes de conexiones de la diáspora.
 
Pero no se trata sólo de mano de obra con diversos grados de calificación: se trata de personas, por eso el reconocimiento y fortalecimiento de los derechos de los migrantes, es parte esencial de la agenda del desarrollo.
 
Asimismo, es indispensable examinar el impacto que producen en el desarrollo, de las comunidades de origen las remesas de dinero y facilitar el flujo de las mismas. Las remesas de dinero al ser en su mayoría transferencias personales y por lo tanto privadas, permiten su uso en alimentación, salud y educación, y en ocasiones, su aplicación en proyectos productivos generando empleo.
 
Diversos Organismos Financieros Internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo han aportado estudios que demuestran que es posible potenciar las remesas de dinero, a través de programas que involucren a los gobiernos nacionales y locales, lo cual no los releva de la obligación de impulsar políticas públicas para un desarrollo con equidad, ni implica en modo alguno que los migrantes sean considerados como responsables del crecimiento en sus países de origen.
 
En las últimas Cumbres de Presidentes y Jefes de Estado de América Latina-Unión Europea, como la que se desarrolló en Guadalajara, México, en mayo de 2004, se enfatizó la necesidad de un “enfoque integral hacia la migración” y se planteó una tesis fundamental: “el respeto pleno de todos los derechos humanos de todos los migrantes, sin importar su status migratorio” y destacaron la importancia de apoyar la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familias”, aprobada por la Asamblea General de la ONU en el año de 1990.
 
Por su parte, tanto la Cumbre sobre Financiamiento de Monterrey, México, celebrada en 2002, así como en la Cumbre del G-8 de 2003, efectuada en Estados Unidos, se ha reiterado la necesidad de una amplia cooperación para facilitar el costo de la transferencia de remesas de dinero a los países en desarrollo, y se comprometieron a reducir en un 50% su costo.
 
También, atender las consecuencias de la migración de mujeres y niños como parte de la feminización de la migración, requiere de su protección en los países receptores, donde corren riesgos a su integridad física y moral. También establecer convenios, normas e instrumentos legales con instituciones nacionales y humanitarias para la reunificación familiar, así como para la protección de las mujeres ante riesgos como el tráfico humano y la prostitución.
 
Los países de origen de migrantes, a su vez, tienen la obligación de aplicar políticas públicas de protección consular, así como modificar su estructura institucional para crear Institutos o Ministerios de protección a sus migrantes, a fin de prestar asistencia legal y humanitaria a sus connacionales. De manera paralela, se requieren políticas públicas con contenido social para las familias de los que se quedan, que les garanticen su derecho a la salud, a la educación y a una vivienda digna, en particular a niños y niñas, mujeres y adultos mayores, en situación de vulnerabilidad.
 
Deben crearse condiciones para la reinserción social y laboral de los deportados y sus familiares, así como programas de retorno y apoyo a empresarios migrantes para que inviertan en sus países de origen. Estos son temas pendientes de la agenda migratoria.
 
Para los socialistas democráticos, ante la tesis que predomina en diversos países desarrollados de vincular la migración con la seguridad interna y el reforzamiento de las fronteras, consideramos importante definir una posición progresista y de avanzada. Una estrategia de reconocimiento a la contribución de los trabajadores migrantes al desarrollo del país receptor y de otorgarles los mismos derechos laborales que tienen los trabajadores nacionales. Saber quien está en el país, a través de reconocer sus derechos laborales es también un más eficiente y seguro mecanismo, que las políticas punitivas.
 
En esta orientación, la Internacional Socialista se pronuncia por una política que diseñe soluciones, que atienda las causas de las migraciones y por fondos compensatorios para el desarrollo de las regiones expulsoras. Asimismo, expresa su enérgica condena a la construcción de muros que dividen a los países, como el de la frontera México-Estados Unidos y entre Israel y Palestina. No son las barreras físicas las que frenarán la migración en un mundo globalizado; en cambio, ello sólo provocará el incremento de muertes de las personas que intenta buscar una nueva vida.
 
El XXIII Congreso de la Internacional Socialista llama a todos sus partidos miembros a fortalecer su trabajo, a disponer expertos en el trabajo del Comité que coadyuven a la formulación de una política migratoria que ponga en el centro a los migrantes como seres humanos, hombres y mujeres con derechos civiles, sociales, culturales y laborales. A esta tarea, todos los socialistas democráticos del mundo debemos contribuir.