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Roma
20-21 de enero de 2003


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CONSEJO DE ROMA - Por una Sociedad de más Igualdad

20-21 de enero de 2003


DECLARACION SOBRE GUINEA

Original: francés 

La organización, celebración y resultado de las elecciones legislativas del 30 de junio de 2002 han puesto de manifiesto una vez más la arbitrariedad y el autoritarismo del régimen guineano. A dos años del final de la legislatura de la Asamblea Nacional, este escrutinio se celebró sin que las fuerzas políticas más representativas del país, unidas en el Frente por la Alternancia Democrática (Frad) hayan podido participar en él.

En realidad, la parodia electoral de junio de 2002 no tenía otros fines que justificar la presidencia vitalicia de Lansana Conté, inaugurada mediante referéndum constitucional de 2001, reducir la Asamblea Nacional a la función de una cámara de registro y eliminar a la oposición del juego político nacional. Este nuevo paisaje institucional completa el cuadro sombrío del pluralismo en Guinea. Las fuerzas del orden reprimen en la mayoría de los casos cualquier manifestación legal de la oposición; en sus relaciones con los ciudadanos, la administración ignora las reglas más elementales de la imparcialidad; y las libertades son coartadas constantemente. En realidad, la democracia de que presume el poder es una ficción completa, como lo demuestra el desprecio del Jefe del Estado por los partidos políticos de la oposición y sus principales responsables. Un desprecio que se extiende a las libertades individuales y colectivas públicas que tienen un carácter ilusorio, muy distante de las grandes proclamas de la Constitución. Guinea es hoy el único país del Africa occidental donde no existe una libre radiodifusión. Hay una sola emisora privada de radio, cuando en todo el continente se reconoce su importancia para la formación del ciudadano y de la opinión pública en general. En vísperas de la jornada electoral de junio de 2002, el General Lansana Conté realizó su primera manifestación de fuerza en las afueras de Conakry. La policía "anti disturbios" abrió fuego sobre personas cuyo único delito fue protestar por la falta de electricidad durante la retransmisión del partido de fútbol entre Francia y Senegal por la copa del mundo. Hubo numerosos heridos, hubo conteos, detenciones y posteriores encarcelamientos.

El General Lansana Conté se sirve de la crisis en Liberia y se muestra abiertamente en favor de los grupos armados que luchan contra el poder en Monrovia, con el fin de ocultar la situación guineana y conseguir que la comunidad internacional hostil a Charles Taylor le absuelva por sus desmanes internos y las masivas violaciones a los derechos humanos de las que son víctimas sus conciudadanos. Es con ese mismo propósito de confundir y desviar la atención que el poder guineano presenta todas las iniciativas de la oposición, especialmente del RPG, como muestras de complicidad con el "enemigo exterior".

Valiéndose de ciertos subterfugios diplomáticos e invocando las sanciones internacionales impuestas con toda justicia a su antiguo rival y "cómplice en la guerra", Charles Taylor, el General Conté pretende presentarse como víctima de la locura asesina de su vecino liberiano. En consecuencia, todo indica que el discurso "regional" de Lansana Conté y sus "ataques" contra la Liberia de Taylor no tienen otra finalidad que restablecer una legitimidad interior gravemente deteriorada desde hace algunos años. Con el pretexto de la existencia de una situación bélica en las fronteras del país, ha ido imponiendo poco a poco un verdadero estado interno de excepción.

Este cuadro prueba que una Guinea "pacificada políticamente" y gobernada según leyes democráticas sería la mejor garantía de un retorno de la paz a la región. Paradójicamente, Charles Taylor y Lansana Conté son los "únicos beneficiarios" de la guerra en que están inmersos, puesto que les permite desviar la atención de sus problemas domésticos y les otorga una legitimidad que sus conciudadanos les niegan cada vez más abiertamente.

A los ojos de la opinión internacional y de la africana en particular, Guinea constituye un país aparte que sólo conoce un pluralismo nominal y cuyos ciudadanos están sometidos a un Jefe de Estado que, bajo una apariencia de cordialidad, ha convertido la represión en un sistema de dominación (como lo prueba el encarcelamiento arbitrario del jefe de la oposición, Alpha Condé, durante dos años y medio, en violación de su inmunidad parlamentaria) y gobierna sin cuidarse en modo alguno de las reacciones exteriores.

Por actos de violencia de menor gravedad se ha sancionado a Togo y Zimbabwe. Está claro que no cabe esperar nada de un diálogo o de una concertación política con el general Lansana Conté. Sólo la aplicación de sanciones drásticas (que incluso prohiban los viajes de los principales dirigentes guineanos) podría forzarle a respetar sus compromisos nacionales e internacionales, tal como se prevé con relación a los últimos, en la Convención de Cotonou. No se puede seguir admitiendo que lo ignore al amparo de "la situación de guerra en Liberia y Sierra Leona". Resulta evidente que el único principio del gobierno guineano es la excusa exterior, que maneja con maestría.