DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA
Adoptada por el XVIII Congreso, Estocolmo, Junio de 1989
I. El cambio global y las perspectivas del futuro
1. La idea del socialismo se ha arraigado en la imaginación de personas de todo el mundo, ha impulsado con éxito movimientos políticos, ha mejorado decisivamente las vidas de los trabajadores y ha contribuído a configurar el siglo XX.
Sin embargo, la justificada satisfacción ante la realización de muchos de nuestros objetivos no debe impedirnos reconocer con claridad los peligros y problemas del presente. Sabemos que tenemos por delante tareas fundamentales que sólo podremos resolver mediante el trabajo en común, pues el que la humanidad sobreviva es algo que depende cada vez más del esfuerzo conjunto de hombres y mujeres de todo el mundo.
2. Los cambios económicos, tecnológicos, políticos y sociales que estamos viviendo representan una verdadera transformación de nuestro mundo. La cuestión fundamental que ahora se plantea no es si va a haber o no un cambio en el planeta en los años venideros, sino quién lo va a dirigir y cómo. La respuesta socialista es terminante. Corresponde al pueblo en todo el mundo ejercer dicho control, mediante una democracia más avanzada en todas las esferas de la vida: la política, la social y la económica. La democracia política es para los socialistas el marco indispensable y la condición previa para la ampliación de los derechos y de las libertades en los demás ámbitos de la sociedad.
3. Todos los pueblos del planeta deben participar en el proceso de cambiar nuestras sociedades y ofrecer nuevas esperanzas a la humanidad. La Internacional Socialista hace un llamamiento a todos los hombres y mujeres comprometidos en la causa de la paz y el progreso para trabajar juntos de forma que esas esperanzas se hagan realidad.
4. El reto del cambio global abre posibilidades enormes:
- La internacionalización de la economía y el acceso generalizado a fuentes de información y nuevas tecnologías, si se someten a un control democrático, pueden sentar las bases de una sociedad mundial más dispuesta a la cooperación. Es evidente que la unidad de la familia humana ha dejado de ser un sueño utópico y es cada vez más una necesidad práctica.
- La revolución tecnológica puede y debe ser una oportunidad para conservar el medio ambiente, crear nuevo empleo y liberar a las personas de largas horas de trabajo rutinario, en vez de ser una causa inexorable de inactividad involuntaria.
- Con unas estructuras democráticas adecuadas y humanas la libertad, la igualdad, la seguridad y la prosperidad pueden lograrse en el marco de una sociedad mundial democrática.
5. Muchas tendencias actuales dan lugar también a amenazas sin precedentes:
- La proliferación de las tecnologías de destrucción crea un precario equilibrio del terror sin que existan garantías adecuadas de seguridad para la humanidad.
- Las condiciones físicas de la vida en el planeta corren peligro debido al crecimiento urbano e industrial incontrolado, a la degradación de la biosfera y a la explotación irracional de los recursos vitales.
- El hambre, la escasez y la muerte amenazan a regiones y comunidades enteras en los países del Sur, pese a que el mundo cuenta con los medios naturales y técnicos para procurarse el sustento.
6. Esta transformación de las estructuras sociales y económicas es, cuando menos, tan decisiva y de tanto alcance como la transición desde el laissez-faire al capitalismo monopolista y el colonialismo en los años que precedieron la primera guerra mundial. Los grandes costes sociales de estas transformaciones -el desempleo, el deterioro regional, la destrucción de la vida comunitaria- han recaído por lo general sobre los trabajadores y los más desposeídos.
7. El proceso acelerado de internacionalización e interdependencia en la economía mundial ha originado contradicciones entre las instituciones políticas, sociales y nacionales. Este desfase creciente entre una economía internacionalizada y unas estructuras políticas internacionales inadecuadas ha contribuído a la pobreza y al subdesarrollo del Sur, así como a la extensión del paro y de nuevas formas de pobreza en zonas del Norte.
8. Se han producido progresos reales desde la Segunda Guerra Mundial en áreas vitales como la descolonización, la expansión del Estado de bienestar y, más recientemente, el desarme, donde se han dado unos primeros pasos prometedores. Ahora bien, las viejas injusticias siguen existiendo. Sigue habiendo violaciones de los derechos humanos, discriminaciones por la raza y el sexo, y, para la mayoría de las personas, la clase y la región en las que nacieron siguen determinando sus oportunidades de vida.
9. Ante cuestiones tan cruciales, la Internacional Socialista reafirma sus principios fundamentales. Su compromiso sigue siendo la democratización de las estructuras del poder económico, social y político a escala mundial. Los principios y compromisos políticos que el socialismo siempre ha mantenido deben llevarse adelante en un mundo que ha cambiado sustancialmente desde la Declaración de Francfurt de 1951.
10. La Internacional Socialista se fundó hace cien años para coordinar la lucha mundial de los movimientos socialistas democráticos por la justicia social, la dignidad humana y la democracia. En ella se reunieron partidos y organizaciones de tradiciones diferentes, que compartían el objetivo común del socialismo democrático. A lo largo de su historia, los partidos socialistas, socialdemócratas y laboristas han defendido los mismos valores y principios.
11. En la actualidad, la Internacional Socialista combina su lucha tradicional por la libertad, la justicia y la solidaridad con un profundo compromiso por la paz, la protección del medio ambiente y el desarrollo del Sur. Todas estas cuestiones exigen soluciones comunes. Con este fin, la Internacional Socialista busca el apoyo de todos aquellos que comparten sus valores y su compromiso.
II. Los principios
Libertad, justicia y solidaridad
12. El socialismo democrático es un movimiento internacional por la libertad, la justicia social y la solidaridad. Su meta es un mundo en paz, en el que puedan realizarse estos valores fundamentales, en el que cada individuo pueda vivir una vida plena desarrollando su personalidad y sus capacidades, y en el que los derechos humanos y civiles estén amparados en el marco de una sociedad democrática.
13. La libertad es el resultado de esfuerzos individuales y colectivos que configuran de manera complementaria un mismo y único proceso. Todos los seres humanos tienen derecho a ser libres y a contar con las mejores oportunidades posibles para alcanzar sus metas y realizar sus capacidades. Pero esto sólo es posible si la humanidad entera triunfa en la lucha inmemorial por ser dueña de su historia y por asegurar que ninguna persona, clase, sexo, religión o raza se sirva de otra.
14. La justicia y la igualdad. La justicia es el fin de toda discriminación contra los individuos, la igualdad de derechos y oportunidades. Exige que las desigualdades sociales, mentales o físicas se vean compensadas, y que nadie dependa ni de los propietarios de los medios de producción ni de quienes poseen el poder político.
La igualdad es la expresión del valor idéntico de todos los seres humanos y la condición previa para el libre desarrollo de la personalidad humana. Una básica igualdad económica, social y cultural es la condición imprescindible para la diversidad individual y el progreso social.
La libertad y la igualdad no son contradictorias. La igualdad es la condición para el desarrollo de la personalidad individual. La igualdad y la libertad personal son indivisibles.
15. La solidaridad es general y universal. Se trata de la manifestación práctica de una humanidad común, de un sentimiento de identificación con las víctimas de la injusticia que las más importantes tradiciones humanistas acertadamente recomiendan y subrayan. La actual interdependencia mundial, sin precedentes en la historia, realza aún más el valor de la solidaridad, que se ha convertido en un imperativo para que la especie humana sobreviva.
16. Los socialistas democráticos atribuyen la misma importancia a estos tres principios fundamentales, libertad, igualdad y solidaridad, que son interdependientes. Cada uno de ellos es un requisito previo para los otros dos. Los conservadores y liberales, por el contrario, ponen de relieve la libertad individual a costa de la justicia y la solidaridad, y el comunismo pretendía lograr la igualdad y la solidaridad, a costa de la libertad.
La democracia y los derechos humanos
17. El concepto de democracia se basa en los principios de libertad e igualdad. La igualdad de derechos para hombres y mujeres -no ya en la teoría, sino en la práctica, tanto en el lugar de trabajo como en el seno de la familia y en todos los aspectos de la vida social- forma parte por consiguiente de la concepción socialista de la sociedad.
18. La lucha del socialismo democrático tiene como finalidad lograr la igualdad de derechos para todas las razas, grupos étnicos, naciones y confesiones. En la actualidad estos derechos se cuestionan seriamente en muchas partes del mundo.
19. La democracia puede, evidentemente, asumir diversas formas. Sin embargo, sólo cabe hablar de democracia cuando es posible elegir libremente entre varias opciones políticas en el marco de elecciones libres, cuando existe la posibilidad de un cambio pacífico de gobierno basado en la libre voluntad del pueblo, cuando se garantizan los derechos de los individuos y de las minorías, y cuando se cuenta con un sistema judicial independiente basado en la aplicación imparcial del derecho a todos los ciudadanos. La democracia política es indispensable para una sociedad socialista. El socialismo democrático es un proceso continuo de democratización social y económica y de incremento de la justicia social.
20. Los derechos del individuo son fundamentales para los valores del socialismo. La democracia y los derechos humanos son también la esencia misma del poder popular, el mecanismo indispensable para que el pueblo pueda controlar las estructuras económicas a las que durante tanto tiempo ha estado sometido. El carácter dictatorial de un gobierno no puede ocultarse con políticas sociales sin democracia.
21. Sin duda, cada cultura desarrollará sus propias formas institucionales de democracia. Pero, cualesquiera que sean las formas que asuma la democracia, nacional e internacionalmente, debe respetar plenamente los derechos del individuo y las opiniones de las minorías organizadas. Para los socialistas, la democracia es esencialmente pluralista, y este pluralismo constituye la mejor garantía de la vitalidad y creatividad de la democracia.
22. La libertad respecto a formas de gobierno arbitrarias o dictatoriales es algo fundamental. Constituye la condición previa para que los pueblos y las sociedades puedan crear un mundo mejor, de paz y cooperación internacional, un mundo en el que se determine democráticamente el destino político, social y económico.
23. Los socialistas democráticos han llegado a proclamar estos valores por caminos muy distintos, a partir del movimiento obrero, de los movimientos populares de liberación, de las tradiciones culturales de asistencia mutua y de solidaridad comunitaria en muchas parte del mundo. También tienen raíces en las diversas tradiciones humanistas del mundo.
Pero aunque existan diferencias ideológicas y culturales, todos los socialistas comparten la concepción de una sociedad mundial pacífica y democrática, con libertad, justicia y solidaridad.
24. Las luchas nacionales por el socialismo democrático en los años venideros mostrarán diferencias en las políticas y las medidas legislativas, como consecuencia de las diferentes historias y del pluralismo de las distintas sociedades. El socialismo no pretende instaurar una sociedad final, inmutable, no susceptible de cambiar, de reformarse o de evolucionar. Un movimiento comprometido con la autodeterminación democrática debe dejar siempre espacio para la creatividad, ya que cada pueblo y cada generación deben fijar sus propias metas.
25. Además de los principios que guían a todos los socialistas democráticos, existe claro acuerdo entre los socialistas sobre los valores fundamentales. A pesar de cualquier diferencia, es lugar común que la democracia y los derechos humanos no son simplemente medios políticos para alcanzar los fines del socialismo, sino la esencia misma de esos fines: una economía y una sociedad democráticas.
26. La libertad individual y los derechos sociales básicos son condiciones necesarias de una existencia humana digna. Esos derechos no son intercambiables ni pueden ser contrapuestos. Los socialistas defienden el derecho inalienable a la vida y a la integridad física, a la libertad de expresión y de conciencia, a la libertad de asociación y a la protección contra la tortura y cualquier trato degradante. Los socialistas están comprometidos en superar el hambre y la necesidad y en alcanzar una auténtica seguridad social y el derecho al trabajo.
27. El socialismo democrático también significa democracia cultural. Debe haber igualdad de derechos y oportunidades para las diferentes culturas que existen en el seno de cada sociedad, así como acceso equitativo de todos al patrimonio cultural, nacional y mundial.
III. La paz
La paz: un valor fundamental
28. La paz es la condición previa de nuestras esperanzas. Es un valor fundamental, de interés común para todos los sistemas políticos y necesario para la sociedad humana. La guerra destruye la vida humana y la base del desarrollo social. Un holocausto nuclear podría significar el fin de la vida humana tal y como la conocemos.
29. No puede garantizarse una paz duradera mediante la disuasión nuclear, ni mediante una carrera de armamentos con armas convencionales. Por consiguiente son necesarios el desarme y nuevos modelos de seguridad común.
30. Lo que se requiere es no sólo un equilibrio militar al menor nivel posible de armamentos defensivos, sino también un clima de mutua confianza, que podría desarrollarse a través de la cooperación en proyectos por un futuro común, y un nuevo acento en la competición pacífica entre sociedades con diferentes sistemas políticos, económicos y sociales.
31. La paz es más que la ausencia de guerra, y no puede basarse en el temor, ni en la eventual buena voluntad de las superpotencias. Se deben abolir las causas sociales y económicas de los conflictos internacionales mediante la consecución de una justicia global y la creación de nuevas instituciones para la solución pacífica de dichos conflictos en todo el mundo.
32. El establecimiento de un nuevo orden internacional, económico y político, sería una contribución decisiva a la paz mundial. Se debe partir del respeto a la soberanía nacional y del derecho al autogobierno nacional, de la búsqueda de soluciones negociadas para los conflictos y de la suspensión del suministro de armas a las partes en conflicto. Se requieren sistemas mundiales y regionales para la cooperación y la resolución pacífica de los conflictos en todo el mundo, que deberían desarrollarse a partir de la acción de las Naciones Unidas y de los acuerdos entre las superpotencias.
33. También es necesaria la paz en cada sociedad nacional. El recurso a la violencia ante los conflictos conduce a la conculcación de los derechos humanos y al bloqueo del desarrollo democrático. Debe intensificarse la educación para la paz y el desarme.
34. La militarización de las relaciones entre los países del Sur, al igual que las tensiones entre el Este y el Oeste, son hoy una grave amenaza para el futuro de la humanidad. En unos casos las superpotencias, en su tendencia a globalizar sus conflictos, han generado enfrentamientos entre países del Sur. En otros, los fabricantes de armas del Este y del Oeste, por razones de beneficio o de interés político, han fomentado la violencia. Es un hecho que todas las guerras de las pasadas cuatro décadas han tenido lugar en el Sur. Se deben eliminar las causas sociales y económicas de estos conflictos.
35. Los socialistas democráticos rechazan un orden mundial basado en la paz armada entre el Este y el Oeste pero en el que se produce incesante violencia en los países en desarrollo. Los esfuerzos por mantener la paz deben centrarse en poner fin a estas confrontaciones. En este proceso Europa tiene un papel crucial: habiendo sido durante años el escenario más probable de una guerra mundial, hoy puede ser el área en que nazca y se desarrolle un nuevo clima de confianza y control.
36. Las iniciativas de paz requieren que las diferentes naciones y sistemas socioeconómicos cooperen entre sí en proyectos de desarme y de creación de un clima de confianza, de justicia en el Sur y de protección de la biosfera del planeta. Al mismo tiempo, deberían emprender una competición pacífica en los campos de la creación de riqueza, el bienestar y la solidaridad. Cada sociedad debería estar dispuesta a aprender de las experiencias de las otras. La norma debería ser que los diferentes sistemas comerciaran, negociaran y trabajaran juntos. También debería abrirse un libre y franco intercambio de opiniones, en particular cuando estuvieran en juego la paz y el respeto a los derechos humanos.
37. El área potencialmente más fructífera para el desarrollo de una solidaridad mundial sin fronteras ni bloques es quizás el de la cooperación entre el Este y el Oeste para superar el desequilibrio entre el Norte y el Sur, y para proteger el medio ambiente.
IV. Norte y Sur
La globalización
38. Los últimos decenios se han caracterizado por una creciente internacionalización de los asuntos mundiales, la globalización. Las crisis del petróleo, las fluctuaciones de los tipos de cambio y las oscilaciones de la bolsa se transmiten instantáneamente a todo el mundo, Norte y Sur. Las nuevas tecnologías de la comunicación permiten la propagación mundial de una cultura masiva y que las decisiones financieras de las grandes empresas multinacionales tengan repercusiones inmediatas. Los conflictos nacionales e internacionales están generando considerables y crecientes movimientos de refugiados, de dimensiones continentales e intercontinentales.
39. La globalización de la economía internacional ha tenido entre otras consecuencias la de romper la división bipolar del mundo propia de la guerra fría. Han surgido nuevas potencias industriales en la cuenca del Pacífico y, hasta los recientes reveses, en América Latina. Hay también nuevas fuerzas internacionales, como China y los países no alineados. La interdependencia es una realidad. Por tanto, es más importante que nunca establecer instituciones multilaterales que confieran al Sur un papel de mayor igualdad bajo los auspicios de las Naciones Unidas.
40. A nivel global, la crisis económica y las políticas de estabilización conservadoras han provocado la reaparición del desempleo masivo en muchas economías avanzadas, pero también en el Sur han tenido un efecto arrollador, haciendo desaparecer sus mercados de exportación, agravando la crisis de la deuda y destruyendo los progresos conseguidos. A su vez, este retroceso del Sur, al que se suma la necesidad de pagar una deuda enorme, ha cerrado grandes mercados potenciales para el Norte. Así, la caída del nivel de vida en las naciones deudoras se ha convertido en una causa de desempleo para las naciones acreedoras.
41. Una nueva economía global debe incorporar a los centros de crecimiento del Sur de forma radicalmente nueva para promover el desarrollo tanto del Sur como del Norte. Los programas para el desarrollo económico y social del Sur pueden y deben ser un medio para impulsar la economía mundial en su conjunto. Estas cuestiones deben presentarse como partes integrales de las estrategias macroeconómicas globales.
42. En Africa, la permanencia del sistema de apartheid en Sudáfrica, no sólo constituye un crimen contra la mayor parte de la población de este país, sino que distorsiona las economías de los países de la Línea del Frente, y tiene una repercusión negativa en todo el continente. La lucha por la democracia y los derechos humanos en Sudáfrica, como en todas partes, está íntimamente ligada a la lucha por la justicia económica y social.
43. Africa y América Latina, en particular, tienen que hacer frente a una deuda intolerable que excluye la posibilidad de realizar las inversiones e importaciones necesarias para crecer y crear empleo para una población en crecimiento acelerado. Una acción global para resolver el problema de la deuda es, por tanto, condición necesaria de progreso, y éste debe ser un objetivo central de la cooperación Este-Oeste para lograr una relación justa entre Norte y Sur.
44. La crisis del medio ambiente se ha convertido en un grave y fundamental reto de dimensiones mundiales. Tanto en el Norte como en el Sur el equilibrio ecológico está en peligro. Cada año se exterminan especies animales y vegetales, mientras hay pruebas crecientes de la reducción de la capa de ozono. En el Norte, un industrialismo irresponsable provoca deforestación, mientras en el Sur se reducen con alarmante velocidad las selvas tropicales, esenciales para que el planeta sobreviva. En los países ricos crece la contaminación del suelo, en los países pobres se extienden los desiertos. El agua pura escasea en todas partes.
45. Dado que la destrucción del medio ambiente no respeta fronteras, la protección ecológica debe ser de carácter internacional. Se trata, sobre todo, de mantener la relación entre los ciclos naturales, ya que proteger el medio ambiente resulta siempre menos costoso y más responsable que intentar su reconstitución. Las soluciones mejores y más económicas de la crisis ecológica serán las que transformen las pautas de producción y consumo para que no llegue a producirse deterioro del entorno.
46. Se deben realizar esfuerzos internacionales conjuntos para sustituír los productos y procesos perjudiciales para el medio ambiente por otros no dañinos. Hay que evitar que la transferencia de tecnología del Norte al Sur se convierta en una exportación de sistemas ecológicamente inaceptables, o de los desechos tóxicos de las economías ricas. Se debe fomentar la utilización de fuentes de energía renovables y la constitución de estructuras de abastecimiento descentralizadas tanto en el Norte como en el Sur. Además deben establecerse sistemas internos de alarma rápida que alerten sobre las posibles amenazas y catástrofes medioambientales que trasciendan las fronteras nacionales.
47. Estos problemas ambientales afectan a toda la comunidad mundial en la misma medida en que perjudican a los países en desarrollo. Sin ayuda y cooperación multilaterales, los países pobres no pueden resolverlos. Por estas razones es preciso lograr una transferencia sustancial de recursos a través de la ayuda al desarrollo.
48. Todas estas medidas son compatibles con un crecimiento económico cualitativo en el Norte y en el Sur para poder satisfacer las exigencias sociales y económicas del futuro. La inversión social en la reconstitución del entorno -que para muchos expertos es un gasto que no aporta beneficios ni acrecienta el PNB- es sin embargo una de las inversiones más positivas que una sociedad puede hacer.
El control social del desarrollo tecnológico
49. La revolución tecnológica, que ya está en marcha en las economías industriales avanzadas, va a transformar profundamente las condiciones medioambientales y de utilización de los recursos en vida de esta generación. Y el impacto de esta transformación afectará al mundo entero. La microelectrónica, la robótica, la tecnología de los armamentos y la bioingeniería, más otras innovaciones aún inimaginables, van a cambiar la vida del individuo, la estructura de la sociedad y del mundo.
50. La tecnología no es una simple cuestión de objetividad científica o de maquinaria inanimada. Está guiada siempre por intereses particulares y por valores humanos, explícitos o no. Por ello debe ser controlada socialmente para aprovechar las oportunidades positivas que las nuevas tecnologías ofrecen a la humanidad, para minimizar los riesgos y los peligros de su desarrollo sin control y para evitar tecnologías socialmente inaceptables.
51. El progreso social requiere el progreso de la tecnología a la vez que lo propicia. Lo que se necesita es una tecnología que se ajuste a las diferentes condiciones, experiencias y niveles de desarrollo del Norte y del Sur. Se debe realizar una transferencia de tecnología y de conocimientos fundamentales del Norte al Sur. El Norte tiene mucho que aprender de la experiencia del Sur, especialmente de su uso de tecnologías con escasa producción de desechos. El diálogo social y el control político democrático del marco en que se desarrollen estas tecnologías deberán garantizar que su disponibilidad:
- contribuya al desarrollo autónomo de los países del Sur, movilizando positivamente sus recursos en lugar de derrocharlos, y creando nuevos puestos de trabajo en vez de destruirlos;
- humanice el trabajo, proteja la salud humana y aumente la seguridad en el lugar de trabajo;
- favorezca los derechos económicos y extienda el ámbito de participación popular en la toma de decisiones.
52. Para garantizar la realización de estos objetivos en todo el mundo es necesario crear organismos y procedimientos para evaluar la tecnología. Las innovaciones deben introducirse de acuerdo con las necesidades y prioridades sociales, expresadas en el debate y la toma democrática de decisiones.
53. Hay que evitar la manipulación arbitraria del material genético humano y la explotación de la mujer mediante las nuevas tecnologías reproductivas, y buscar medios para proteger a la humanidad de riesgos nucleares y químicos.
54. Los acuerdos de desarme entre las superpotencias harán mucho más que eliminar la amenaza de aniquilación que se cierne sobre el planeta. La ratificación de estos acuerdos liberará muchos recursos que hoy se malgastan en la producción de armas nucleares y convencionales para su inversión en programas de desarrollo social y económico en el Sur. El desarme entre el Este y el Oeste debe ir ligado a programas para establecer una relación justa entre el Norte y el Sur.
55. Una parte sustancial de los fondos que los países más industrializados del Este y del Oeste pueden economizar mediante el desarme negociado debería emplearse en la constitución de un fondo internacional para potenciar un desarrollo seguro y sostenido de los países del Sur.
V. La configuracion del siglo XXI
La democracia política y económica
56. Los acontecimientos recientes han hecho que el logro de la democracia política, económica y social a escala mundial sea hoy más factible que nunca, porque representa el medio principal para un control popular y una humanización de los procesos de cambio, en otros casos incontrolados, que están reestructurando nuestro planeta sin tomar en cuenta sus perspectivas de sobrevivir.
57. Los derechos humanos incluyen los derechos económicos y sociales: el derecho a constituír sindicatos y el derecho de huelga; el derecho a la seguridad social y al bienestar para todos, incluyendo la protección de la infancia y de la maternidad; el derecho a la educación, a la formación profesional, al ocio, a la vivienda y a la seguridad económica. Es de particular importancia el derecho a un empleo pleno y útil en un trabajo adecuadamente remunerado; el desempleo socava la dignidad humana, amenaza la estabilidad social y significa un desaprovechamiento del más valioso de los recursos.
58. Los derechos económicos no deben entenderse como prestaciones a sujetos pasivos y sin iniciativa, sino como necesario punto de partida para la participación activa de los ciudadanos en la empresa social; no se trata de subvencionar la marginalidad sino de crear las condiciones para una sociedad realmente integrada con bienestar social para todos.
59. El socialismo democrático se fundamenta hoy en los mismos valores que le dieron origen, pero debe formularlos asimilando críticamente la experiencia pasada y con una proyección de futuro. La experiencia ha mostrado, por ejemplo, que si bien las nacionalizaciones pueden ser necesarias en ciertas circunstancias, no son en sí mismas el remedio de todos los males sociales. Igualmente, el crecimiento económico, en un contexto en el que los intereses privados eludan sus responsabilidades ecológicas y sociales, puede ser a menudo destructivo e injusto. Ni la propiedad privada ni la propiedad estatal garantizan por sí mismas la eficiencia económica o la justicia social.
60. El movimiento socialista democrático sigue defendiendo la socialización y la propiedad pública en el marco de una economía mixta. El control democrático de la economía es hoy más crucial que nunca ante la internacionalización del sistema económico y la revolución tecnológica mundial. Pero el control social de la economía aparece como un objetivo a alcanzar mediante una amplia gama de medios económicos que incluyen, según el momento y el lugar:
- políticas de producción democráticas, participativas y descentralizadas; supervisión pública de la inversión; protección de los intereses públicos y sociales; y socialización de los costes y beneficios de las transformaciones económicas;
- participación de los trabajadores, con cogestión en la empresa y en el lugar de trabajo, y participación sindical en la determinación de la política económica nacional;
- cooperativas autogestionadas de trabajadores y agricultores;
- empresas públicas, con formas democráticas de control y de toma de decisiones, cuando sean necesarias para permitir que el Estado atienda las prioridades sociales y económicas;
- democratización de las instituciones económicas y financieras internacionales para permitir la plena participación de todos los países;
- control y supervisión internacionales de las actividades de las empresas multinacionales, incluyendo derechos sindicales sin barreras fronterizas dentro de estas empresas.
61. No existe un modelo fijo de democracia económica, y caben experimentos similares en diferentes países. Pero está claro que el principio fundamental no es simplemente el control formal, legal, por parte del Estado, sino una participación sustancial de los trabajadores y de todos los ciudadanos en las decisiones económicas. Este principio debe tener vigencia en el ámbito nacional e internacional.
62. En una sociedad así estructurada, y cuyo fin último es la igualdad de derechos económicos y sociales, el mercado puede y debe operar como una vía dinámica para promover la innovación y expresar los deseos de los consumidores. Los mercados no deben estar dominados por el poder de las grandes empresas ni ser manipulados mediante la desinformación.
63. La concentración del poder económico en pocas manos debe sustituírse por otro orden en el cual toda persona tenga derecho, en su calidad de ciudadano, trabajador y consumidor, a intervenir en la dirección y en la distribución de la producción, en la organización del proceso y las condiciones de trabajo. Esto implica que los ciudadanos participen en las políticas económicas, que los trabajadores intervengan en la gestión de sus lugares de trabajo, fomentar tanto nacional como internacionalmente una competencia abierta y responsable, y fortalecer la posición de los consumidores frente a los fabricantes.
64. Una sociedad democrática debe compensar los efectos negativos incluso del más responsable de los sistemas de mercado. El Estado no puede ser tan sólo el taller de reparaciones de los daños causados por los defectos de mercado o por la aplicación incontrolada de las nuevas tecnologías. Más bien debe regular el mercado en función de los intereses sociales, y tratar de que los beneficios de la tecnología alcancen a todos los trabajadores, tanto en su experiencia laboral, como en el crecimiento de su tiempo de ocio y de sus posibilidades de un desarrollo individual con sentido.
65. La educación es fundamental para el desarrollo de una sociedad moderna, democrática y tolerante. Las metas de la educación que proponemos son:
- la información, el aprendizaje y el conocimiento;
- el paso, de una generación a otra, del legado espiritual y cultural;
- la preparación de los individuos para vivir en sociedad sobre la base de la igualdad de oportunidades para todos;
- ayudar a cada individuo a desarrollar plenamente sus posibilidades personales.
66. El proceso educativo debe transmitir, ante todo, los valores de libertad, justicia social, solidaridad y tolerancia.
Defendemos la tolerancia y la cooperación entre los diferentes grupos en las sociedades multiculturales. La diversidad cultural no pone en peligro nuestras sociedades, sino que las enriquece. La uniformidad cultural es una amenaza para la libertad y la democracia.
67. Se debe prestar especial atención a la relación entre las diferentes generaciones. En particular, los viejos necesitan el respeto y el apoyo de los jóvenes. Precisan un ingreso garantizado mediante la seguridad social y pensiones públicas, alojamiento y alimentación dentro de su comunidad, lugares para sus actividades culturales y sociales, y el derecho a vivir su vejez con dignidad.
El papel del hombre y de la mujer en la sociedad moderna
68. La desigualdad entre los sexos es la forma de opresión más generalizada en la historia humana. Se remonta al origen de la especie y ha perdurado hasta hoy bajo casi todos los regímenes socioeconómicos.
69. La conciencia feminista ha resurgido con vigor en años recientes, dentro y fuera del movimiento socialista, dando lugar a uno de los movimientos sociales más importantes de nuestro tiempo. Esta renovación del feminismo se debe, en parte, a que las mujeres de los estados de bienestar más avanzados llegaron a tomar conciencia de que, a pesar del progreso realizado en muchos campos, aún se encontraban en una situación subordinada dentro de las estructuras políticas, laborales y profesionales.
70. Las mujeres han tenido que pagar un precio desproporcionado en la crisis económica, nacional e internacionalmente: pobreza, desempleo, falta de vivienda y explotación mediante bajos salarios. En algunas zonas del Sur, la superación de las estructuras patriarcales es una condición necesaria tanto para lograr que las mujeres alcancen la igualdad de derechos como para lograr un desarrollo económico sostenido.
71. La Internacional Socialista apoya la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos y oportunidades en todo el mundo. En algunos países se ha avanzado en este campo, mientras que en otros la lucha por la igualdad acaba de empezar. La igualdad y la justicia para la mujer son factores esenciales para lograr un mundo justo y en paz. La ONU ha desempeñado un papel muy importante para facilitar la formación de una conciencia feminista global, creando un vínculo entre las mujeres del Norte y del Sur.
72. La Internacional Socialista apoya expresamente las siguientes medidas:
- legislación y programas de acción positiva para garantizar la igualdad plena de hombres y mujeres;
- programas para impulsar la educación, la formación y la integración profesional de las mujeres y las jóvenes;
- legislación que garantice una remuneración igual por trabajo de igual valor;
- difusión de la información y la asistencia práctica para la planificación familiar;
- buenos servicios de cuidado y atención infantil;
- respaldo oficial para una participación plena y en términos de igualdad de la mujer en las actividades sociales y políticas de cada país, mediante la adopción de medidas positivas para garantizar la representación de la mujer en todos los ámbitos de toma de decisiones.
73. Las mujeres son algo más de la mitad de la población de nuestro planeta. La justicia y la igualdad para ellas son condiciones necesarias para que exista justicia e igualdad a nivel internacional.
Una nueva cultura internacional de diálogo político
74. La creciente interdependencia del mundo no deja margen para controversias y enfrentamientos fundamentalistas. Para sobrevivir y desarrollarnos en común se precisan tanto cooperación como formas civilizadas de disputa, incluso entre ideas y fuerzas políticas antagónicas. Rechazamos y condenamos por tanto toda forma de fundamentalismo político o religioso.
75. El comunismo ha perdido el atractivo que tuvo en ciertos momentos -tras la revolución de Octubre o durante la lucha antifascista- para una parte del movimiento obrero o para algunos intelectuales.
Los crímenes del estalinismo, las persecuciones masivas y la violación de los derechos humanos, así como sus problemas económicos sin solución, han erosionado la imagen del comunismo como alternativa al socialismo democrático o como modelo para el futuro.
76. La Internacional Socialista apoya todos los esfuerzos por transformar las sociedades comunistas mediante su liberalización y democratización. El mismo apoyo merecen la descentralización de la economía mediante mecanismos de mercado, la lucha contra la burocratización y la corrupción y, sobre todo, el reconocimiento de que los derechos humanos y la apertura política son elementos fundamentales de una sociedad dinámica y progresiva.
77. Además de la distensión política, de la cooperación internacional y de la competencia pacífica, que crearán un clima en el que puedan prosperar las iniciativas más prometedoras de la actualidad, la Internacional Socialista también quiere fomentar una cultura de diálogo internacional. Todas las partes deben aprender a cooperar en una clima de confianza mutua cuando existan intereses comunes, y a discutir de una manera abierta y franca cuando esté en juego el compromiso con los derechos humanos, la democracia y el pluralismo. Los socialistas quieren tener un papel importante en este diálogo.
Un nuevo modelo de crecimiento
78. Un crecimiento ecológicamente equilibrado es una necesidad para crear prosperidad y empleo en todo el mundo. Un crecimiento que no respondiera a imperativos sociales y ecológicos iría en contra del progreso, pues causaría daños ambientales y destruiría empleo. Los mecanismos de mercado no pueden garantizar por sí mismos el cumplimiento de los objetivos sociales del crecimiento económico. Una política económica democrática tiene como legítima función promover un desarrollo que abra oportunidades de futuro a la vez que mejore la calidad de vida.
79. Para lograr estos objetivos en todo el mundo es necesario establecer un orden económico internacional nuevo. Este deberá reconciliar los intereses del mundo industrializado con los de los países en vías de desarrollo. Una reforma radical de las relaciones financieras y económicas internacionales debe crear las condiciones para una cooperación económica internacional. Un orden económico internacional más equitativo es necesario no sólo por motivos de solidaridad, sino también para crear una economía mundial más eficiente, productiva y equilibrada.
80. La tarea prioritaria en el problema de la deuda internacional debe ser reducir, cancelar o capitalizar la deuda de los países más pobres. Hay que tomar medidas institucionales para estabilizar las condiciones comerciales y los beneficios de las exportaciones del Sur mediante el establecimiento de fondos comerciales con apoyo internacional. El Norte debe abrir sus mercados a los productos del Sur y poner fin a la política de subsidiar sus propias exportaciones.
81. A medida que la productividad aumente de forma acelerada, gracias a las nuevas tecnologías, se hará necesario redefinir la vida laboral. El objetivo debe ser la humanización de las condiciones de trabajo mediante la introducción de tecnologías de producción adecuadas y la participación de los trabajadores. Se debe crear empleo a través de la inversión en servicios sociales y en la reconstitución del medio ambiente, así como mediante el gasto público en el desarrollo de nuevas tecnologías y la mejora de las infraestructuras. Las políticas económicas conservadoras, en cambio, han conducido al desempleo masivo en muchos países industrializados, poniendo así en peligro la seguridad y la justicia sociales, y dando lugar a nuevas manifestaciones de pobreza en el mundo desarrollado. Es de importancia capital que los gobiernos asuman en la práctica su responsabilidad global de garantizar el pleno empleo.
82. Una reducción de la jornada de trabajo podría contribuír en muchos casos a una distribución justa del trabajo remunerado y del trabajo doméstico entre hombres y mujeres. También aumentaría el tiempo libre de obreros, empleados y campesinos, abriéndoles la oportunidad de desarrollar otras actividades.
Solidaridad entre el norte y el sur
83. El desarrollo económico es hoy una indudable prioridad para los países del Sur. Esto no significa que haya una fórmula sencilla, socialista o no, para poner fin al subdesarrollo. Lo que se requiere es una reducción de las barreras comerciales, un mejor acceso a los mercados y la transferencia de tecnología. Estos países necesitan una oportunidad para desarrollar sus propios recursos científicos -por ejemplo en biotecnología- y poner fin a su dependencia de tecnologías superadas.
84. Por lo que respecta a los países más pobres, la ayuda tradicional al desarrollo sigue siendo esencial. Muchos de ellos, en diversas partes del mundo, necesitan una reforma agraria, la introducción de incentivos a los agricultores para obtener un flujo constante de alimentos, y el apoyo a las tradiciones cooperativistas dentro de sus culturas rurales. Pero el aumento de la producción de alimentos no pondrá fin por sí mismo al hambre y a la escasez. Sabemos, desgraciadamente, que el crecimiento de la agricultura de exportación puede destruír las pautas tradicionales de alimentación, aumentando el hambre a la vez que la producción agrícola. Corresponde a los gobiernos garantizar el derecho tanto a la alimentación como al empleo.
85. El objetivo establecido por la ONU de dedicar un 0,7 por ciento del PNB a la ayuda oficial al desarrollo -cifra que representa el doble de lo que se dedica en la práctica- debe alcanzarse de inmediato. Se necesitan con urgencia esfuerzos coordinados internacionalmente para reducir el peso de la deuda externa de los países en desarrollo, que ha conducido a un flujo neto de recursos financieros desde los países en vías de desarrollo hacia los industrializados.
86. Los programas de cooperación con el Sur deben perseguir objetivos de desarrollo relacionados tanto con el crecimiento económico como con una distribución más justa de la renta. Los programas de ayuda deben dar prioridad al desarrollo de los sectores más pobres, y contribuír a transformar las estructuras sociales opresivas y a mejorar la situación de la mujer en la sociedad. Son de la mayor importancia los programas específicos para la infancia. La asistencia a través de cooperativas y movimientos populares favorece el desarrollo de la democracia.
87. Un enfoque integral del desarrollo es también un factor importante para detener la masiva corriente migratoria del campo hacia los grandes centros urbanos del Sur, muchos de los cuales, amenazados por un crecimiento incontrolable de la población, se están convirtiendo en gigantescos barrios de pobres.
88. La intensificación de las relaciones Sur-Sur constituye una vía importante para el progreso económico. Un crecimiento sustancial del comercio entre los países del Sur será un factor que contribuirá a su bienestar y aumentará sus posibilidades de hacer frente a la crisis provocada por los drásticos cambios en las estructuras productiva y ocupacional. La existencia de vínculos económicos estrechos y de mercados de rápido crecimiento en el mundo en vías de desarrollo es un requisito esencial para un desarrollo positivo de la economía mundial.
89. Una economía mundial abierta puede estimular el desarrollo en los países del Sur, pero también los puede hacer más vulnerables. Por tanto, el Norte no puede mantener políticas económicas y comerciales que impongan caídas drásticas de los niveles de vida y debiliten las bases de una democracia estable.
90. La desigualdad y la dictadura son contrarias no sólo a los derechos humanos sino también al desarrollo. La democracia social y económica no debe ser vista como un lujo de los países ricos, sino como algo necesario para cualquier país que quiera avanzar por la vía del desarrollo. Por ello el fortalecimiento del socialismo democrático en el Sur es de la mayor importancia, y en este contexto la reciente expansión de la Internacional Socialista en los países del Sur, con nuevos afiliados particularmente en América Latina y el Caribe, es un buen augurio tanto para el Norte como para el Sur.
91. Poner fin a la miseria del Sur es un proyecto común para el Norte que puede impulsar el proceso de desarme y crear riqueza y puestos de trabajo tanto en los países avanzados como en los países en vías de desarrollo. Es, por tanto, un elemento central en la estrategia socialista internacional para hacer frente a profundos cambios económicos en condiciones de crisis y transformación a nivel mundial, y es también parte integral de las propuestas para establecer nuevas estructuras sociales y económicas que nos lleven a un mundo en paz y prosperidad en el siglo XXI.
La unidad del socialismo internacional
92. Los objetivos del socialismo democrático no son realizables sólo en un número limitado de países en una época de internacionalización acelerada, cuando los destinos de pueblos diferentes que viven en distintas partes del planeta están más vinculados que en ninguna otra época de la historia de la humanidad. Por consiguiente los diversos partidos socialistas del mundo deben trabajar juntos, tanto en su interés nacional particular como en su común interés internacional. La Internacional Socialista, creada en 1864, fue reconstituída en 1951 para cumplir este fin.
93. Aunque reúne en su seno a movimientos nacionales que tienen una larga historia, la Internacional Socialista no es una organización centralizada, supranacional. Es una asociación de partidos independientes, cuyos representantes quieren aprender de las experiencias de los demás, promover conjuntamente las ideas socialistas y trabajar en común hacia ese objetivo a nivel internacional.
94. La finalidad de la Internacional es facilitar esta labor de solidaridad y cooperación, sin olvidar que existen diversas maneras de realizar los valores fundamentales de un socialismo democrático pluralista en cada sociedad. Cada partido miembro es responsable de la manera en que se ponen en práctica las decisiones de la Internacional Socialista en su país.
95. En los últimos años, la composición de la Internacional Socialista se ha hecho más auténticamente internacional, con un gran aumento de sus miembros en América Latina y el Caribe, y nuevos miembros en otros continentes. El objetivo de la Internacional Socialista es colaborar con todos los movimientos socialistas democráticos del mundo.
96. Desde la Declaración de Francfurt de la Internacional Socialista en 1951, los vínculos internacionales, sociales y económicos se han hecho más estrechos, pero no ha sucedido lo mismo con los vínculos de solidaridad y comunidad democrática. Hoy es evidente que el movimiento socialista, con vistas al siglo XXI, debe asumir un enfoque y una práctica auténticamente internacionales.
97. Lo que está en juego es nada menos que la creación de una sociedad democrática mundial. No se puede permitir que la estructura política del planeta se configure como un subproducto de los egoísmos de los bloques, las naciones o las empresas.
98. Fortalecer la ONU es un paso importante hacia la creación de esa nueva sociedad democrática mundial. Cuando existe un consenso entre las naciones más importantes, se hacen posibles iniciativas y operaciones pacificadoras de auténtica importancia. Las agencias especializadas de la ONU, como la OMS, y organismos como el PNUD y la UNICEF, han demostrado que gobiernos y ciudadanos de diferentes países pueden colaborar con eficacia para la realización de objetivos internacionales comunes.
99. No sería realista suponer que la justicia y la paz pueden imponerse por decreto en un mundo carente de una igualdad fundamental, en el que muchos millones de personas apenas cuentan con lo indispensable para sobrevivir mientras que unos cuantos privilegiados disfrutan de un nivel de vida inconcebible para la mayor parte de la población mundial. Al igual que las luchas socialistas en las primeras naciones capitalistas consiguieron la introducción de medidas de bienestar y solidaridad, que posibilitaron a su vez la extensión de la democracia en cada país, así también la lucha por la abolición de la desigualdad internacional será un paso decisivo en el camino hacia una sociedad democrática mundial.
100. No es posible hacerse ilusiones de que este ideal pueda realizarse a corto plazo, pero la creación de un mundo pluralista y democrático, basado en el consenso y la cooperación, es una condición imprescindible para el progreso de la humanidad, lo que constituye tanto un reto como una enorme oportunidad. La Internacional Socialista está dispuesta a ganar el desafío, y a luchar por un mundo en el que nuestros hijos puedan vivir y trabajar en paz y libertad, humana y solidariamente.
Confiamos en que la solidez de nuestros principios, la fuerza de nuestros argumentos y el idealismo de quienes nos apoyan contribuirán a configurar un futuro socialista democrático en el siglo XXI. E invitamos a todos los hombres y mujeres a unirse a nosotros en esta tarea.