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Consejos

CONSEJO DE NUEVA DELHI - La Socialdemocracia y el Asia de Hoy

10-11 de noviembre de 1997

RESOLUCION SOBRE EL TEMA PRINCIPAL

'La Socialdemocracia y el Asia de hoy: Desarrollando politícas comunes para el cambio global'

Original: inglés

Aunque nada debería minimizar los logros excepcionales de las naciones asiáticas en años recientes - logros que han presenciado el mayor y más rápido crecimiento económico de la historia, el surgimiento de economías asiáticas fuertes orientadas a la exportación e integradas en la economía global, y una reducción sustancial de la pobreza - la reciente crisis monetaria en el Oriente asiático es motivo para un análisis más profundo sobre la globalización y una señal de que los principios socialdemócratas tienen tanta relevancia en Asia como en otros lugares del mundo.

La globalización es en general una fuerza única y poderosa. Pero carece de un marco político y ético y necesita ser transformada en un proceso de inclusión, no de exclusión. Mientras se ha aliviado la pobreza de algunos, muchos otros millones de seres han quedado olvidados; ha crecido la brecha entre ricos y pobres y si continúa esta tendencia, podríamos ver el surgimiento de una forma de apartheid global.

El único modo de evitar que esto ocurra será poniendo en práctica una política socialdemócrata. Los ideales socialdemócratas han ganado fuerza en todo el mundo. En este respecto, podemos observar que algunos ex-partidos comunistas se han transformado en partidos socialdemócratas. La Internacional Socialista se alegra de estas nuevas tendencias que marcan el triunfo ideológico de la socialdemocracia y se encuentran ahora aplicando sus principios - de democracia, libertad, derechos humanos, libertades civiles, equidad económica y justicia social - en la tarea de asegurar que la globalización sea una fuerza que contribuya a un cambio positivo para todos.

Hay que redefinir las actitudes hacia el Estado y el mercado. Para la socialdemocracia en general, y en los países en vías de desarrollo de Asia y Africa en particular, este aspecto es muy importante. Por una parte, hemos sido testigos de actitudes y acciones opresivas por parte de Estados totalitarios, que coartan las iniciativas locales del pueblo y niegan autoridad a organismos locales a nivel de las bases, y coartan su participación en el gobierno y en la planificación y el desarrollo de la economía. Por otra parte, los mercados no regulados no reconocen la realidad de que `los mercados deben servir a la gente y no lo contrario', como decía John Smith. El mercado sin restricciones está basado en mecanismos especulativos con grandes beneficios, mientras que el Estado de bienestar persigue dar respuesta a las necesidades y obligaciones sociales que los mercados no regulados con frecuencia ignoran.

El destino de los pobres no puede dejarse a merced de las fuerzas del mercado en los países asiáticos en vías de desarrollo. El Estado debe intervenir de forma positiva para erradicar la pobreza. Esto no podrá conseguirse a menos que se movilice a los pobres para ejercer presión en el Estado y en el mercado, para asegurar que el pueblo se libere de la miseria. Por lo tanto, una de las principales tareas de la socialdemocracia consiste en reconocer el derecho de los pobres a decidir sobre su futuro. Con este derecho a la autodeterminación, podrán comenzar a salir de la pobreza y la degradación.

En los países en vías de desarrollo de Asia, el crecimiento en si, o el crecimiento basado en salarios bajos, es irrelevante. Lo que se necesita es un crecimiento que conduzca a un empleo productivo, a la erradicación de la pobreza y a la justicia en la distribución. Ello significa que debe ponerse un mayor énfasis en proporcionar mejores servicios sociales de forma igualitaria, especialmente en los campos de la educación y de la salud. Reconocemos la contribución fundamental que unos niveles altos de educación representan para la eliminación de la pobreza, para el crecimiento económico sostenible y para el mejoramiento de la calidad de vida. Por lo tanto, instamos a los países de la región y a la comunidad internacional a destinar los recursos adecuados para el fomento de la educación.

En Asia, como en todas partes, el medio ambiente es otra víctima de los mercados sin restricciones. El derecho al aire puro, al agua limpia y a un entorno de calidad debería ser reconocido como un derecho humano fundamental. Los países desarrollados deben suspender su política de vertimiento de residuos peligrosos nucleares y químicos en los países del hemisferio sur. Tampoco se debe exigir a los países en vías de desarrollo que sean los únicos responsables del mantenimiento del equilibrio ecológico, que sigue siendo alterado por la emisión de gases en el mundo desarrollado, los que desgastan la capa de ozono y tienen un efecto perjudicial en el clima global.

Si nos encontramos totalmente abrumados por fuerzas de mercado sin restricciones, no habrá posibilidad de lograr un desarrollo equilibrado y aliviar la pobreza. En interés de la sociedad, deben abolirse los sistemas de mano de obra infantil y deben protegerse unas condiciones de trabajo justas, incluyendo el derecho a la negociación colectiva y el derecho a huelga.

En la situación por la que atraviesa Asia actualmente - con capitales insuficientes, altos niveles de desempleo y pobreza, grandes disparidades tanto dentro como a través de las fronteras nacionales, y con aportes tecnológicos inadecuados - la economía debe estar caracterizada por una coexistencia armoniosa entre un sector público responsable ante el pueblo, un sector cooperativo sano que introduzca mayor igualdad, y un sector privado que pueda satisfacer las exigencias de formación de capital. Además, una prioridad fundamental para la Internacional Socialista debería ser lograr una nueva cultura política en la que no exista tolerancia alguna para la corrupción.

La importación de tecnología y la entrada de inversiones y capitales extranjeros deberían realizarse de forma que ayuden y no amenacen a las industrias nacionales - especialmente en los sectores descentralizados, de pequeña escala e informales - que proporcionan muchos puestos de trabajo y una importante capacidad manufacturera y exportaciones en los países asiáticos en vías de desarrollo.

El proceso de liberalización mediante la apertura de las economías debe por lo tanto ser selectivo en sectores tales como la infraestructura, en aquellos países donde existen grandes diferencias tecnológicas. En el actual esquema de globalización existe un gran desequilibrio, ya que existe movilidad de capital pero no siempre de mano de obra, y ese desequilibrio debe ser rectificado. Al mismo tiempo, cuando se da movilidad de mano de obra, existe la necesidad de garantizar los derechos sociales de los trabajadores itinerantes y de sus familias.

En un momento en que vemos el fracaso de las economías altamente centralizadas, se necesita delegar y descentralizar la planificación, el desarrollo y el empleo de recursos, desde el centro a los niveles de organismos provinciales y locales, para fomentar una democracia y una economía participativas.

La interacción de políticas económicas neoliberales, la marginalización política y los prejuicios tanto culturales como religiosos, hacen que las mujeres sean más vulnerables y provocan el empeoramiento de su situación. Por lo tanto, se debe conceder a las mujeres las mismas oportunidades que a los hombres y se debe responder adecuadamente a sus necesidades e inquietudes específicas. Debe existir un equilibrio adecuado entre hombres y mujeres en las instituciones y en el proceso político. Además, debe darse a las mujeres el poder necesario para que puedan llegar a ser una fuerza eficaz en la tarea de lograr el cambio social y el desarrollo sostenible.

La paz no es un concepto abstracto para los países asiáticos en vías de desarrollo. Para lograr el objetivo de desarrollo sostenible es fundamental un entorno de seguridad favorable. Así, la armonía y las buenas relaciones entre las naciones de Asia son prioridades para la estabilidad política y la consolidación económica en Asia.

Las relaciones internacionales deberían estar basadas en la solidaridad entre naciones libres de explotación y dominación, y deberían conducirse de modo que los principios de democracia y derechos humanos no se vean afectados. Por lo tanto, la Internacional Socialista, en interés de un cambio global positivo, ofrece su apoyo total a todos los que todavía se encuentran luchando por sus libertades democráticas fundamentales.